EL FANATISMO, CHOVINISMO Y EL NACIONALISMO

Fanatismo

El fanatismo (del fr. fanatisme, y este de la raíz de fanatique1​ 'fanático' e -isme) es el apasionamiento del fanático. Es una actitud o actividad que se manifiesta con pasiónexagerada, desmedida, irracional y tenaz en defensa de, entre otros, una idea, teoría, cultura, estilo de vida. El fanático es una persona que defiende con tenacidad desmedida sus creencias y opiniones, también es aquel que se entusiasma o preocupa ciegamente por algo.
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Fanatismo obsesivo


Cuando una persona sustituye su conciencia, y deja de funcionar como sujeto único, por una ideología o creencia, despoja al enemigo de su condición humana. La obsesión de un fanático puede ser muy peligrosa ya que no se valoran otras formas de pensar que no sea la suya, y eso puede arreglarlo de manera moderada o violenta. Los obsesos de una idea confunden lo que imaginan con la realidad.

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La Psicología del Fanatismo Deportivo

El hincha siente más que orgullo por el equipo de sus amores: se apropia del éxito de los jugadores y siente la necesidad de justificar todo lo vinculado al grupo.

Los hinchas de los deportes ven cosas de la misma manera en que los fanáticos ven las controversias políticas, culturales o científicas. Son intransigentes al momento de brindar evidencias y asignar culpas, ya sea que estén hablando de Barack Obama o el cambio climático.
Los equipos deportivos generan no solo una conexión entre jugadores y fanáticos, sino que también establecen vínculos que tienen que ver con las relaciones familiares, las preferencias de colores, los gustos estéticos e incluso con los valores morales.
Arthur Aaron, un psicólogo especialista en relaciones interpersonales, descubrió que al mostrarle a un fanático una foto de su jugador o de su equipo favorito, la respuesta es la misma que al ver una imagen de un ser querido.
Puede ser que los deportes no sean más que entretenimiento, pero para sus seguidores importan. Es completamente racional para un fanático defender su identidad de un ataque externo, así como es racional perdonar los comportamientos erróneos de su equipo.

¿Qué tan bueno es el fanatismo en Venezuela?

El deporte en Venezuela, es percibido durante mucho tiempo por las masas como una fuente de entretenimiento. Para otros es su trabajo, para algunos una religión, incluso hasta una obsesión.
En nuestro país, el béisbol se convierte en una religión en octubre. La llegada del béisbol invernal retrata el fanatismo en su máxima expresión. Aquí cuando hablamos de deporte es precisamente lo primero que tocamos.
La pasión destinada a apoyar un equipo no es mala, la pasión cegada si lo es. Una cosa es vitorear a tu equipo lo más fuerte que puedas, otra cosas es hacerlo mientras se insulta, se pelea, y se discute como si de política se tratara (otra especie de religión en nuestro país).
Aquí también observamos al deporte, en nuestro caso el béisbol, como fuente para generar ingresos. Cada día que pasa más familias entregan su futuro al éxito que pudiera tener uno de sus hijos en las Grandes Ligas. Y cada día más uno se da cuenta el pequeño porcentaje de estos jugadores que realmente llega a las Grandes Ligas, se mantiene, ogra buen dinero de esto y de como influye la poca educación que han recibido la mayoría de los jugadores latinoamericanos al momento de lidiar con todo esto.
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Al final del día el deporte existe por si solo, no es malo ni es bueno, son sus representantes y fanáticos que le dan ese matiz. En una protesta pacífica, lo que más sale en las noticias es el pequeño grupo que se tornó violento, lo mismo pasa con la percepción del fanatismo en general lo que más se destaca son aquellos que incurren a acciones no deportivas.

Nacionalismo

Nacionalismo. Es la doctrina o filosofía que atribuye entidad propia, diferenciada a un territorio, a sus ciudadanos y que propugna como valores el bienestar, la preservación de los rasgos identitarios, la independencia, la libertad, la emancipación, la gloria y lealtad a la considerada como nación propia. Cobró relevancia a finales del siglo XVIII y alcanzó su apogeo en el siglo XX.

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Nacionalismo deportivo



El nacionalismo deportivo se bate en Alemania al margen de sistemas políticos, creencias, etnias, colores de piel y procedencias territoriales. Es el primer Mundial de la globalización. Alemania está cerca de todos. En Holanda han aumentado las bajas por gripe un quince por ciento. En Ecuador se decretó día de fiesta el día que le metió dos goles a Polonia. Las miserias del fútbol se han olvidado. Sólo cuentan las emociones nacionales. Irán convive con Estados Unidos y Japón con Corea del Sur. Es la gran fiesta del fútbol mundial con árbitros procedentes de los cuatro puntos cardinales, con estadios repletos y con disfraces multicolores. El fútbol demuestra que es posible superar las diferencias, la comercialización abusiva, los salarios astronómicos, el dominio de los patrocinadores, el negocio multimillonario y los Berlusconi, Abramovich y Florentino que han utilizado el balompié para sus causas particulares. Ni tampoco la gran crisis que vive el fútbol italiano. Gracias a su poder para llegar a las multitudes, el fútbol del Mundial ofrece una cierta esperanza en un planeta que se manifiesta tan dividido como siempre. El espectáculo ha empezado sin que el amarillo y la samba brasileños se hayan asomado en el estadio de Berlín en la noche de hoy. Ronaldinho no va a defraudar y tiene la oportunidad de consagrarse como el Pelé del siglo XXI. Brasil ofrece magia pero también alegría, buen rollo, deportividad. Los nacionalismos de los primeros compases de la competición darán paso a la preferencia por los mejores, por el buen fútbol, por la vieja batalla transatlántica, por si Europa vuelve a conquistar el título en su territorio o bien los latinos se lo llevan a su continente. Sospecho que el campeón será latinoamericano.


¿Es justificable el nacionalismo deportivo?


Los países utilizan para identificarse y distinguirse simbólicamente,escudos y emblemas como en el Medioevo, Francia lleva el gallo a la altura del corazón, Inglaterra, una rosa... Estos blasones y emblemas sirven entonces de señal de reunión que se enarbola a gritos en los estadios. Estos objetos fetiches tienen una considerable importancia en el deporte porque permiten la identificación con un objeto parcial que hace las veces de fetiche simbólico (1982, 198).

El vandalismo y la violencia

Quizá el enfoque para analizar la vinculación entre esas dos variables no deba ser la perspectiva de si el primero es causa del segundo, sino si contribuye aumentando la expresión del segundo. Esta es la posición de Tamburrini, que resumiré a continuación. Tamburrini señala que el nacionalismo deportivo contribuye a la violencia y al vandalismo:
Aun cuando fenómenos tales como el vandalismo y la violencia están presentes en las competiciones deportivas nacionales, el nacionalismo deportivo de todas maneras aumenta estos fenómenos. Además, podría afirmar que, si bien el vandalismo no es generado en las arenas deportivas, el estadio constituye un escenario adecuado para su manifestación. Entonces, aunque no es la causa de la violencia de los espectadores, el deporte debe igualmente ser culpado de facilitar su existencia de hecho, e incluso de aumentar su magnitud (2000, 94).
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Más adelante, reitera el argumento, El vandalismo es un problema para el deporte, y los sentimientos nacionales asociados con las competiciones deportivas internacionales contribuyen a incrementar el número y la magnitud de las expresiones de violencia vandálica (2000, 95). 


Casos del nacionalismo



Tal comportamiento, que a muchos puede hacerles sonreír al verse reflejados, es una reacción totalmente irracional, no fundada en criterios deportivos, puesto que el apoyo a la selección española se exige al margen de la calidad de su juego. De hecho, si por los resultados nos guiásemos, España –eterna promesa insatisfecha– no contaría con demasiados hinchas. Más aún, se considera positivamente mostrar fidelidad incondicional, estar con el equipo en los momentos difíciles: en definitiva, ser un sufridor. Tampoco está basada en razones éticas, ya que odiar o adorar, como si de ídolos se tratase, a los deportistas en función de su nacionalidad no es en sí mismo un valor, a no ser que tengamos en cuenta la actual sociedad de naciones-Estado y lleguemos a la conclusión de que resulta necesario que los miembros de cada comunidad política mantengan su cohesión para impedir que se desintegre. El deporte es un mecanismo social más que contribuye a generar los lazos de unión requeridos entre los miembros de la comunidad imaginada.

La misma situación se repite nuevamente cuando en competiciones internacionales de clubes –la o la Euroliga de baloncesto– se enfrentan un conjunto español y otro extranjero. Se estima igualmente cívico y sensato apoyar al equipo nacional, aunque se trate del eterno rival del combinado de nuestros amores en la Liga Española: parece lógico que un hincha del Real Madrid no se alegre, al menos abiertamente, cuando el Barcelona cae derrotado frente al , máxime si el equipo blanco no se juega nada en la misma competición –ya fue eliminado, no se clasificó, juega la UEFA o la copa ULEB–.

Por tanto, cabe concluir que la identificación nacional en el terreno deportivo no queda relegada exclusivamente a la selección, sino que excede dicho ámbito.

Chovinismo



El chovinismo o chauvinismo (adaptación del apellido del patriota francés Nicolas Chauvin, un personaje histórico condecorado en las guerras napoleónicas), también conocido coloquialmente como patrioterismo, es la creencia narcisista de que lo propio del país o región al que uno pertenece es mejor o superior en cualquier aspecto, denigrando al resto.
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El chovinismo resulta un razonamiento falso o paralógico, una falacia de tipo etnocéntrico o de ídola fori. En retórica, constituye uno de los argumentos falsos que sirven para persuadir a la población (o a un grupo determinado de personas) mediante la utilización de sentimientos, muchos de ellos exacerbados, como el victimismo, en vez de promover la razón y la racionalidad.

Chovinismo deportivo



"España está deslumbrando con su fútbol; ahora no hay una selección que juegue como ella", declaraba el ex jugador y ex entrenador de España, José Antonio Camacho, durante la transmisión del partido de semifinales de la Eurocopa 2008 en el que los hispanos vencieron 3-0 a Rusia y se clasificaron para la final del torneo. "Es un estilo único", remataba el narrador. "España está haciendo historia", decía otro comentarista. "España está dando ejemplo en la grada y en el terreno de juego", remataba el reportero que estaba en el terreno de juego. Estas frases son una muestra de la euforia española por una victoria que les permite soñar con un título internacional que no consiguen desde hace 44 años. Sin embargo, también revela un nacionalismo extremo que lejos de ayudar a reducir tensiones y a hacerles entender que son buenos, los lleva a niveles de histeria que luego no pueden manejar ante una posible derrota.

Sería injusto no destacar el trabajo que está haciendo la selección española. Se ve que hay un gran trabajo de conjunto, confianza, calidad en cada una de sus piezas y una entrega por el trabajo colectivo.
El seleccionador, Luis Aragonés, le ha dado un toque personal que se ha traducido en un cambio en el sistema de juego español. Ha abandonado la fuerza típica de la "furia roja" para tomar el toque, dominio y control del balón, el manejo de la pelota en todo el campo y un trabajo en bloque.

Jugadores como Andrés Iniesta, Cesc Fábregas, Xavi Hernández, Silva, el brasileño nacionalizado español Marcos Senna y Xabi Alonso le han dado un dominio del balón y una visión de juego que se extrañaba desde hace años. Iker Casillas es la garantía en la portería, mientas que el asturiano Villa, Torres y Güiza han mostrado un gran potencial goleador. Lástima que falte un líder nato, como Raúl.
Todo esto ha hecho que España haya dado un gran espectáculo en este torneo europeo. No obstante, hay que estar conscientes de que mucho de lo que se dice y escribe se traduce en un chovinismo extremo que no permite medir todo en su justa dimensión.

España juega un gran fútbol, pero no el mejor; da espectáculo pero no el mayor. Selecciones como Holanda o la propia República Checa y Portugal dieron muestras de un gran fútbol. Cayeron eleminadas pero demostraron gran calidad, al igual que los ibéricos; es decir, ellos no son los únicos.
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No hay que olvidar la Eurocopa Portugal'2004. Los medios aseguraron que no había una selección como la española y que la victoria estaba asegurada. Se dijo que el único escollo sería Portugal; Rusia y Grecia -a la postre campeona- serían un trámite. España ese año estaba llamada a iniciar el camino a la gloria... y terminó eliminada en primera ronda. La mesura es lo mejor.
Se dice que el fútbol practicado ahora por la selección es inigualable. Lo que falta es decir que lo han creado ellos. Eso sería olvidar la historia que ha hecho una escuela que, con pocas naciones, ha logrado 9 campeonatos mundiales: la suramericana. Brasil es el máximo exponente de ese toque que también usa Argentina y que, por ejemplo, llevó a Colombia a tres mundiales consecutivos en los años noventa y ha hacer historia. Incluso la cenicienta del continente, Venezuela, lo aplica y aunque está lejos de la élite mundial ha mostrado grandes avances desde hace 10 años.
Ese nacionalismo extremo no se refleja solamente en el fútbol. Basta ver las secciones de los noticiarios deportivos para darse cuenta de la gravedad de la situación. Se reseña la victoria o la derrota de un español en determinada competencia, pero no su ganador, ni el lugar en el que se disputó el torneo.
El problema de esto es el sobredimensionamiento de las capacidades deportivas reales de España y la consiguiente decepción con el resultado obtenido. Se termina, entonces, por culpar al árbitro, el clima, el cambio climático, al PP, al PSOE, al frío, al calor, al invierno, al verano o al viento de la realidad, que hay otros que pueden ser mejores. Conociendo potencialidades y limitaciones se puede construir la verdadera realidad.

5 comentarios:

  1. Gran tema. El fanatismo es un impacto social muy provechoso, personas se vuelven adictas al deporte u equipo preferido. Tanto que son capaces de hacer lo imposible por su equipo. Gracias por este blog, es muy llamativa su información.

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  2. El mejor fanatismo es el Venezolano, de eso no hay duda. Este blog es enriquecedor ya que nos deja claro todo sobre eso.

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  3. El nacionalismo deportivo se ve en todas partes, especialmente en países Europeos. Son capaces de romperse la piel marcándose el escudo o nombre de su equipo.

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  4. El fanatismo es un fenomeno social que favorise a los clubes o equipos porque estos fanáticos estan dispuestos hacer avanzar a ellos con todos los esfuerzos que sean físicos o financieros.
    Pero al otro caso eso puede ingenerar un conflícto entre ellos y las demás personas por ser muy fanáticos.
    Felicitaciones a la autora WILMARYS

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  5. Como deportita pienso que este punto es muy importante, porque ya sabemos todos que el fanatismo y nacionalismo son aquellos aspectos que valorisen los deportistas en el nivel nacional y internacional,brindan la motivacion a los atletas atraves de sus grados de interses.

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